Parece chiste, que en medio de un período electoral que revoluciona a todo el país, comunidades indígenas deban recurrir a medidas extremas para solicitar la regulación de un servicio que debería estar a disposición de todas y todos los ciudadanos, tan importante para la subsistencia humana, como es el agua.
La situación se vuelve aún más decadente, cuando tienen que viajar caminando kilómetros para reclamar por sus derechos que deberían estar asegurados como se consagra en la Carta Magna. Así transcurrió el paso del Tercer Malón de la Paz en su momento, y ahora, el reclamo de mujeres indígenas como un ejemplo más del privilegio por sobre las necesidades básicas.
De esta manera, hermanas de comunidades Wichi, Toba y Guaraní emprendieron su viaje hace una semana a la capital salteña, donde una de ellas se encadenó al Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta para reclamar que ''les coloquen un nuevo caño'', el único que tienen para disponer del recurso hídrico en la zona, porque se les rompió.
El pedido de manguera se hizo el año pasado, por medio de un expediente que se encuentra encajonado y ellos siguen pasando por la situación que se vuelve insostenible. La crisis se agrava cada vez más, y en manos de un Gobierno provincial que entra en segundo mandato que no pudo gastionar nisiquiera la colocación de una manguera.
De esta manera, el comunicado distribuido para la difusión de dicha situación, detalla que: ''La crisis se agrava y hay un gobierno provincial que esta por entrar en su segundo mandato y no ha podido ni gestionar una manguera, en estos años hemos visto llegar comunidades enteras por la falta de cumplimiento en actas firmadas con promesas de vivienda, centros de salud, escuelas y el agua.
Aquí ante la desesperación de no tener respuesta vemos a hermanas de comunidades de pueblos originarios caminar días y semanas para llegar a la ciudad para poder ser escuchada. Pedimos que se acompañe y difunda''.