"La iglesia como siempre siendo cómplice del poder", anunciaban algunos de los manifestantes luego de que, una vez ingresaron sus compañeras al recinto religioso y se encadenaron, fueron amedrentadas por un sacerdote y la policía instandolas a abandonar el lugar. Muchos afuera, indignados, reclamaban un apoyo de la iglesia debido a que las manifestantes llevan días en huelga de hambre exponiendo su salud por la lucha.
Pero parece ser, que el Arzobispado de Salta decidió hacer la vista gorda ante las situaciones deshumanizantes que hace el gobierno Saencista pasar al sector de los trabajadores de la docencia y la salud, denunciando el accionar de las mujeres como violento, en vez de acompañar y entender.
Así mismo, Marina Guanca, una de las manifestantes, nformó a Nuevo Diario que: "Al mediodía apagaron las luces, y entró la Policía diciendo que había una denuncia en nuestra contra porque habíamos tomado la Catedral, pero eso no es cierto, lo único que queríamos era que la Iglesia intercediera por nosotros, nos quieren tratar como delincuentes ahora en complicidad entre el Gobierno y la Iglesia".
En tanto, Mangione sigue sin dar la cara desde el viernes pasado, cuando suscribió una especie de "principio de acuerdo" con el sector. Dicho compromiso, estaba vinculado al petitorio que llegaría a manos de la intergremial a fines de obtener un marco legal adecuado para su aprobación, pero claramente, esto nunca sucedió.
Finalmente, sobre el conflicto en la catedral, lejos de establecer un acuerdo de comprensión, empatía y ética moral con la situación inhumana por la que pasan los trabajadores en la lucha, y sobretodo aquellas que decidieron tomar la medida de encadenarse en el templo, el administrador de la catedral procedió a denunciarlas y a desalojarlas de la iglesia. Las mujeres cedieron finalmente, por temor a tener el mismo final que los 19 trabajadores que fueron encarcelados días atrás.