En la última semana, el centro de la capital salteña, se pobló de afiches de la Intendenta Bettina Romero, encabezados con el slogan “pusimos Orden”, con producidas imágenes de personas disfrutando apaciblemente de los espacios públicos en la ciudad.
La campaña publicitaria pretende reivindicar una supuesta recuperación de espacios en las calles del centro, liberación que en realidad supuso la expulsión del de trabajadoras (la gran mayoría son mujeres) y trabajadores informales que comerciaban, especialmente en las peatonales, como único medio para ganar su sustento.
La reivindicación del “orden” como máximo valor, logro y objetivo de una gestión de gobierno, es una clásica bandera de la política más conservadora. Una palabra que expresa mucho más de lo que los retrógrados publicistas de la intendencia quisieron decir.
Porque no se refiere tan solo a la seguridad o la tranquilidad que las y los salteños podrían disfrutar ¿Quien podría oponerse a tal cosa?
En la boca de una política que ha dado muestras de representar a la elite como Bettina Romero, el “orden” convoca antes que nada a no cuestionar la permanencia de las tremendas desigualdades que caracterizan a la sociedad salteña, y a evitar cualquier movimiento, reclamo, protesta o “desorden” que ponga en cuestionamiento esas diferencias sociales.
¿No son acaso los Romero y sus nuevos políticos asociados el más claro ejemplo de una "casta política" clasista y conservadora, antes que aquella alusión vacía que emplean los libertarios?
Y vaya que Salta tiene profundas diferencias soociales. De acuerdo a estadísticas del INDEC de octubre 2021 en Salta capital el 42 % de las personas son pobres y el 11% son indigentes, registrando niveles de pobreza que superan a la media nacional. Y a nivel provincial más de 800 mil salteñas y salteños están en la pobreza.
Pero es mejor no hacer lio, que ese “orden” se mantenga y no andar pensando “cosas raras” ni turbar el sacrosanto orden conservador salteño.
El orden será lo que yo quiero que sea:
Claro que el llamado al “orden” de Bettina, se detiene a las puertas de las municipalidad y sus organismos de control. Porque en las cuentas públicas ese orden no es convocado para auditar, por ejemplo, porque la Municipalidad que conduce la intendenta, les saca plata a los empleados por planilla para su partido político, “Salta nos Une”.
Es decir , Bettina Romero financia su partido político con plata de los aportantes. Pero en el “orden” salteño, y de la mano de jugosos aportes publicitarios, nadie dice nada, ni siquiera muchos periodistas “progresistas”, que claro está también están “ordenados” con los aportes romeristas.
El ordenamiento de la intendenta, incluyó un impuestazo que pagaremos las y los contribuyentes para financiar no sólo al municipio, sino también a sus actividades políticas como se detalló. En Diciembre de 2021, la Unidad Tributaria tuvo un aumento del 47% y tendrá dos readecuaciones , de manera que ese valor, empleado para fijar el valor de las distintas tasas municipales que pagan los contribuyentes, pasa de 22,88 a 33,63 pesos. además habrá dos readecuaciones en el años con lo que la suba llegará al 56%
“Pusimos orden”, dice la Intendenta, luego de haber excluido del mundo del trabajo a cientos de comerciantes informales que en las calles céntricas se ganaban la comida del día, mujeres, estudiantes, adolescentes, personas que buscaban ganarse el pan honradamente. Contra quienes Bettina Romero emprendió una campaña de escarnio intentando relacionarlos con “mafias”, que en realidad estaban radicadas en la propia intendencia municipal y amparaban el funcionamiento irregular de ese comercio, mediante coimas y prebendas.
Ahora el “orden” salteño patriarcal, blanco, cholo y elitista pretende consagrarse en afiches publicitarios pagados con el dinero de las y los ciudadanos.