Mientras que las grandes marcas ignoran la multiplicidad de cuerpos reales de las y los argentinos y los talles que verdaderamente se adecúan a sus medidas, en las redes sociales proliferaron emprendimientos que atienden esta demanda.
Ximena Maciel es dueña de “Alma Mía”, un comercio de talles reales que tiene más de 11.000 seguidores en Instagram. Comenzó a confeccionar ropa después de que en 2002 llegó a Buenos Aires desde Salta a estudiar y no encontró lugar donde comprar. De esos años recuerda un cartel: “Casa para gordos” y la cirugía bariátrica a la que se sometió. “Hay gente que viene de todos lados porque no consiguen talles y la moldería que usamos está basada en cuerpos reales, tenemos mucha demanda”, relató.
En su local también atiende a niñas, adolescentes y madres angustiadas porque no consiguen ropa en las marcas infantiles. “Creo que una de las falencias de la ley es el tema de la edad. Escucho la necesidad de la gente, tengo clientas de 8 años en adelante que vienen buscando talles. Mi hija, de 10, se tiene que vestir en mi local porque es grandota y la ropa de niños no le entra y tiene que terminar en un local de gente mayor. La demanda en talles reales siempre está, el tema es que la inversión es muy grande y la gente quiere invertir poco y ganar más, pero hay que tener en cuenta las necesidades de la población. El vestirse es una necesidad y un derecho del ser social”, describió en relación a la edad definida por la Ley de Talles a partir de los 12 años.
Fuente: El Diario Ar