Por Lic. Luciana Mazzaglia*
El 19 de noviembre se conmemoró el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual en las Infancias y Adolescencias, fecha instituida en el año 2000 por la Fundación Cumbre Mundial de la Mujer.
Al hablar de abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes, hablamos de una de las formas más graves de violencia contra la integridad sexual, psico-emocional, física; es un crimen contra la infancia que corrompe la salud y la integridad de los/as niños/as en todas sus dimensiones irrumpiendo en el desarrollo psicosexual de la víctima y dejando marcas indelebles en su subjetividad.
En la génesis del abuso sexual en las infancias y adolescencias, encontramos como factores estructurales la asimetría de poder entre la adultez y la infancia junto con la posibilidad de dominación y manipulación, ya sea por seducción o coerción.
Es por esto que resulta fundamental poder sensibilizar y sobretodo dimensionar la problemática que, además suele darse, en mayor medida, en los ámbitos donde las niñas, niños y adolescentes deberían estar y ser protegidos/as y cuidados/as.
La mayoría de los abusos sexuales en las infancias y adolescencias son cometidos en el ámbito familiar y cotidiano en donde los perpetradores resultan personas conocidas y hasta incluso significativas a nivel emocional y de confianza para niñas, niños y adolescentes.
Muchas veces las víctimas son obligadas a mantener el silencio y ocultar estas experiencias traumáticas, en muchas otras, los abusos se naturalizan.
No existen figuras de cuidados y protección que puedan problematizar y dimensionar estas formas extremas de abuso, no hay adultos de referencia que puedan identificar y detectar señales de estas situaciones. En muchas oportunidades, incluso, las madres sufren de violencia de género o dependencia económica y no cuentan con los recursos emocionales para poder visibilizar la situación.
En estos contextos niñas, niños y adolescentes pueden tardar en reconocer y resignificar que están sufriendo o sufrieron violencia sexual, sumado al hecho, de que muchas veces se pone en duda la veracidad de su relato o deciden callar por miedo a ser amenazados o rechazados y estigmatizados, o porque sienten vergüenza o culpa.
En este sentido cobra fundamental relevancia el papel activo que podemos jugar los/as adultos/as como factores protectores de las infancias y como detectores tempranos de situaciones de riesgo.
Ponernos en el rol de observadores activos de las infancias y adolescencias, prestar especial atención a señales de alerta que pueden estar manifestando en cambios de comportamientos, estados de ánimo, maneras de vincularse, mostrarnos receptivos desde una escucha comprensiva, acudir a profesionales capacitados, contar con información de lo que se puede y se debe hacer frente a la toma de conocimiento de una situación, acompañar, y sobre todo acompañar sin juzgar, son acciones que podemos encarnar para proteger y cuidar a las infancias.
Como adultos/as responsables podemos alojar la demanda, contener, darle lugar a la subjetividad.
El abuso sexual en las infancias y adolescencias constituye una problemática con un entramado de factores muy complejos que abarca dimensiones psicosociales, emocionales, familiares con una base estructural machista, patriarcal que lo sostiene.
Frente a esta problemática necesitamos como sociedad, gobiernos que destinen presupuestos y políticas publicas comprometidas con el cuidado de las Infancias y adolescencias. Necesitamos un Sistema de Protección de Derechos de NNyA que pueda tomar medidas de prevención, promoción y protección de derechos con profesionales capacitados en perspectiva de género y una mirada integral.
Necesitamos que niñas, niños y adolescentes sean vistos y escuchados, necesitamos adultos capaces de observar y reconocer señales en las infancias, necesitamos de construir y despatriarcalizar la manera de vincularnos.
Una de las principales herramientas que contamos para la prevención del Abuso Sexual Infantil es la ESI, Educación Sexual Integral, para abordar junto con niñas, niños y adolescentes , sus familias y adultos de referencia formas de cuidado, dando el lugar que se merece la afectividad y la sexualidad.
* Licenciada en Psicología, Diplomada en Psicoterapia Gestáltica, trabaja en psicoterapia con adolescentes y adultos.