La decisión del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, de vallar durante la madrugada los alrededores del domicilio de Cristina Kirchner modificó la jornada de movilizaciones repartidas pautada originalmente por el kirchnerismo, por una concentración masiva en las calles de Recoleta, donde desfilaron decenas de miles de personas en respaldo a la vicepresidenta.
En el momento de mayor tensión, la Policía de la CABA reprimió a los militantes con gases y camiones hidrantes y detuvo a varios, incluyendo algunos diputados y dirigentes, que luego debió liberar. Por la noche, ya sin vallas y en un clima festivo, seguían llegando simpatizantes a las cercanías de Juncal y Uruguay a expresarle su cariño a Cristina, en el cierre de un día que quedará en el recuerdo. "Ellos odian la alegría y el amor peronistas", les dijo la vicepresidenta en un escenario improvisado.
Cristina Kirchner le replicó a Rodríguez Larreta, que en un mensaje previo había descripto "escenas de violencia que no son aceptables". Durante toda la jornada, desde Juntos por el Cambio buscaron asociar al peronismo con hechos de violencia, una estrategia repetida.
La vicepresidenta destacó que en los últimos días había recibido manifestaciones de apoyo en todo el país y que los únicos episodios violentos habían ocurrido en la Capital y en la puerta de su casa. Destacó que el verdadero objetivo de la derecha siempre ha sido "exterminar al peronismo" y que la disputa en la oposición ahora pasa por ver "quién le pega más". Cerró con la idea de que si viviera mil años no le alcanzaría para agradecer "el amor y la lealtad" del pueblo. El "Cristina presidenta" y "si la tocan a Cristina" fueron los estribillos más repetidos. Fue la conclusión de una jornada "muy especial", según la calificó. Seguro nada volverá a ser igual dentro del Frente de Todos.
Un rato antes, el presidente Alberto Fernández había intervenido a través de las redes sociales con críticas al accionar policial y reclamando que cese el hostigamiento a la vicepresidenta. Rodríguez Larreta replicó con una de sus estudiadas apariciones en escena, rodeado de dirigentes de la Ciudad como Martín Lousteau, Jorge Macri y María Eugenia Vidal. Se veía como un escenario preparado con miras a la competencia de 2023.
Desde el pedido de 12 años de prisión del fiscal Diego Luciani y el intento de algunos caceroleros de "escrachar" a Cristina en la puerta de su domicilio, el lugar se convirtió en sitio obligado para la militancia kirchnerista, que se mantuvo firme en apoyo a la vice. Lejos de disminuir, la concurrencia comenzó a crecer día tras día y se generaba un particular momento de algarabía cada vez que Cristina volvía a su domicilio por la noche. La situación alteró los ánimos en la dirigencia de Juntos por el Cambio que no esperaban esa reacción y comenzaron a escucharse voces criticando la pasividad del jefe de gobierno. Urgido por mostrar mano dura frente a los "halcones" de su partido, Rodríguez Larreta aprovechó la fuerte tormenta desatada durante la madrugada del sábado, que obligó a la militancia a abandonar la zona, y ordenó vallar las vías de acceso al edificio donde vive la vicepresidenta, además de disponer un gran despliegue de personal policial. Es decir, de manera inconsulta, resolvió restringir el acceso al domicilio de la vicepresidenta de la Nación, una medida inédita y peligrosa.
Desde temprano, las redes comenzaron a llenarse de imágenes con la novedad. "Las vallas potenciarán el clamor popular", anticipó el ministro bonaerense Andrés "Cuervo" Larroque en diálogo con El Destape Radio. La propuesta del kirchnerismo era realizar durante este sábado decenas de movilizaciones a lo largo del país, pero ante la novedad se decidió convocar a los militantes a la plaza de Juncal y Paraná, a una cuadra de la casa de Cristina. Fue la decisión unilateral del jefe de gobierno lo que cambió el carácter de la jornada. En el peronismo se venía discutiendo cuál era el mejor momento para convocar a una movilización contra la persecución judicial a la vice y Rodríguez Larreta finalmente decidió lugar y fecha. Los que iban llegando informaban del clima de tensión instalado en el despliegue de la policía larretista, plantada en actitud provocativa. Además, desde balcones se filmaba la manifestación y, misteriosamente, aparecieron en las inmediaciones volquetes cargados de piedras, como si se buscara incitar a la violencia.
A eso de las 18, la Policía de la Ciudad inició la represión a los manifestantes con camiones hidrantes, gases lacrimógenos y palos. Entre los detenidos estuvieron el diputado provincial Matias Molle, el ex legislador Facundo Tignanelli, el dirigente de La Cámpora Fabián "Conu" Rodríguez y la diputada Natalia Zaracho, entre otros. Se conoció luego comunicaciones de los policías donde evaluaban la posibilidad también de detener al gobernador Axel Kicillof y a Larroque. Insólito. Rodríguez Larreta hablaría luego de policías heridos y responsabilizaría a la vicepresidenta. Luego de la represión, el gobierno porteño retiró a la infantería y los camiones, las vallas fueron derribadas y quedó liberado el paso hasta el domicilio de la vicepresidenta, motivo que originó el conflicto. Como hasta entonces, y como sucedería luego hasta pasadas las 22, la zona se convirtió en un festivo lugar de peregrinaje por donde pasaron decenas de miles de manifestantes, una cifra muy difícil de calcular porque el flujo fue masivo y permanente.
También de funcionarios, legisladores y dirigentes del Frente de Todos, unidos en el respaldo incondicional a la vicepresidenta. Algunos de los funcionarios se animaban a anticipar una nueva etapa del Gobierno, que debía reflejar políticas más fuertes, a tono con la prédica de Cristina Kirchner. Un ejemplo: el aumento de suma fija de 30 mil pesos para todos los trabajadores que reclamó el viernes el diputado Máximo Kirchner en un plenario de la UOM. Otros mencionaban el control de la Hidrovía, que por estos días debe resolverse. Habrá que ver si esta vez sucede.