Ayer se conmemoraron 40 años del inicio de la guerra de Malvinas, desatado cuando la dictadura militar que gobernaba de facto el país intentó recuperar ese territorio argentino con una avanzada bélica mal planeada y peor ejecutada con consecuencias desastrosas: 649 muertos argentinos.
Esa cifra se amplía si se consideran las marcas que dejó en los ex combatientes ese conflicto bélico; centros de excombatientes calculan entre 350 y 500 los veteranos que se suicidaron por las secuelas que tuvo en su salud físico-mental la participación en la guerra.
Lejos de los desfiles conmemorativos cuando el ejército oportunamente se engalana exhibiendo sus armamentos y tropas, haciendo participar a civiles, alumnos y niños, pretendiendo el clamor acrítico de la ciudadanía y la romantización de una guerra dolorosa cuando que ha dejado heridas aún sin cerrar. Los ex combatientes merecen un homenaje donde se deslinden las responsabilidades de quienes los condujeron una guerra que produjo estragos, en las peores condiciones.
Niñas y niños vestidos como militares en el desfile del 2 de Abril en Cerrillos (El Tribuno).
Un ejército que eligió mandar al frente de batalla preferentemente a soldados conscriptos antes que a oficiales y suboficiales: el 70% de los combatientes tenía menos de 25 años y provenían del interior del país. De hecho, la edad media de los caídos que lucharon por la recuperación de las islas fue de 20 años, según los registros oficiales
Mientras que el ejército británico estaba integrado por marines profesionales, los conscriptos eran mayoría dentro de las fuerzas argentinas.
El ejército mandó a los conscriptos a la batalla en pésimas condiciones
Los conscriptos fueron carne de cañón
Casi la mitad (45%) de los soldados caídos en Malvinas eran conscriptos. Fueron 296 jóvenes que estaban haciendo, de manera obligatoria, el servicio militar bajo el gobierno de facto y que, meses después, fueron trasladados a Malvinas para formar parte del combate.
Mientras que los oficiales argentinos fallecidos en el teatro de operaciones sumaron 64, los suboficiales 269, en tanto hubo otros 18 civiles que perdieron la vida entre los 649 reportados.
Como lo venían aplicando con su propia población, muchos oficiales del ejército argentino maltrataron y torturaron a sus comandados, esos jóvenes a quienes mandaron a morir.
Es por eso que muchos ex combatientes reniegan del mito que los romantiza como “héroes de Malvinas”, cuando fueron víctimas enviadas al combate en desventaja, por una fuerza dictatorial y torturadora.
Soldados estaqueados en Malvinas
Torturadores aquí y en Malvinas
Existe una causa judicial que duerme en la Corte Suprema a partir de las denuncias de las torturas aplicadas por los militares a la propia tropa en el terreno de operaciones de las islas: hay más de cien militares argentinos denunciados por agresiones físicas y psicológicas a soldados de su propia tropa, pero sólo cuatro fueron procesados. Hay cuatro conscriptos que murieron desnutridos, por inanición -aunque se los hizo pasar como "muertos en combate"- y uno fue fusilado.
El padecimiento de hambre y frío era normal entre los colimbas que fueron a combatir. “La comida se distribuía siguiendo la cadena de mandos: el oficial comía bien, el suboficial comía un poco menos, pero comía, y el soldado que reventara. Ellos hacían sus ovejas asadas y qué se yo; tiraban los restos y eso era lo que a nosotros nos quedaba para comer, porque sólo nos mandaban una taza con tres dedos de caldo. Comíamos de la basura, pedazos de huesos que ellos dejaban tirados”, relató Gerardo Roschge, uno de los soldados que denunció las torturas, a Página 12.
Si intentaban robar comida, Roschge fue obligado a meterse al mar helado y luego lo atormentaron arrojándole agua caliente. Ante un intento similar los oficiales lo ataron desnudo de espaldas a un mástil en el helado clima malvinero, habiéndole sostener una granada –o un objeto similar. en la mano. Luego de la rendición argentina, a Roschge o metieron en un calabozo. Cuando intentó fugarse lo pasaron al pabellón psiquiátrico en Campo de Mayo y otras unidades. Así paso cinco años -tres de ellos años en democracia, hasta que fue liberado.
A muchos conscriptos los militares aplicaron torturas como enterrarlos en el suelo congelado hasta el cuello, estaquearlos, obligarlos a meterse al mar o a pozos de zorro llenos de agua helada, picanearlos con teléfonos de campaña, y aplicarles de brutales palizas.
El frio y el hambre era común entre los soldados
No se puede separar la guerra de la dictadura
Rodolfo Camino, otro veterano de Malvinas, en ocasión de disertar ante un colegio secundario en el Día de los Veteranos en Rosario de Santa Fé, en 2019, fue contundente “Lo que siempre digo cuando voy a las escuelas es que nunca hay que separar la Dictadura con Malvinas, no es que Malvinas fue una gesta heróica sino que había que salvar al gobierno y para eso no tuvo mejor idea que recuperar Malvinas”, señaló.
Y apunto al comportamiento bestial de sus superiores. “El desorden estaba al orden del día dentro de las islas, la precariedad, la inoperancia, el castigo a los colimbas, la tortura y la inmediata entrega. Hubo muy pocos oficiales y suboficiales que han combatido en Malvinas no así los colimbas, quienes pelearon en serio”.
Caminos reflexionó que “no me hice hombre en la guerra, no aprendí ni más ni menos que valorar la vida, pero esa mochila la llevamos porque el colimba es el representante de una derrota. Pero no somos los responsables. Habría que preguntarse por qué quedaron 10.000 colimbas y casi 30.000 oficiales y suboficiales en el continente. El enemigo seguía en el continente, no era el inglés, por eso mandaron pibes sin experiencia, sin comida y sin armamento”.
“No hay que separar Malvinas de la dictadura, porque no fue ningún gesto patriótico, ninguna proeza, no somos héroes porque el héroe decide lo que va a hacer, a nosotros nos obligaron, nos mandaron y nos llevaron. A penas soy un sobreviviente y una víctima de la dictadura”.
Otro veterano de la guerra, Carlos Enriori, denunció los mismos hechos cuando habló en un acto por los caídos en la localidad de Monte Caseros, Corrientes en 2021. "En Malvinas los jefes del Ejército y la dictadura nos obligaron a tener frío y hasta a pelearnos y robarnos entre nosotros para comer. No somos héroes, somos víctimas", denunció.